HISTORIA DE LA CONSTRUCCIÓN DE LA IGLESIA PARROQUIAL
DE LA VILLA DE YEPES.

INTRODUCCIÓN

En el conjunto monumental religioso de España, y muy particularmente de la provincia y diócesis de Toledo ocupa un lugar preeminente, por usar el calificativo que le diera el Arzobispo Siliceo, la monumental iglesia de la villa de Yepes, una de las más importantes de la provincia y tambien de las más interesantes de España por sus proporciones y singular belleza.
Su esbelta torre domina gran parte de la Mesa de Ocaña y es una invitación constante a visitarla.
Entre los muchos elogios que ha suscitado en sus admiradores, destaca el del conde de Cedillo, historiador de los monumentos toledanos, quien dice de ella que "es la mejor de la provincia y una de las mejores de España". En una obra de autor antiguo leemos: "es la más sumptuosa i magnífica que hai en todo el arzobispado i acaso fuera del, por lo menos no sé de otra".

ANTECEDENTES DE LA CONSTRUCCIÓN

A principios del 1530 la parroquia de Yepes ha evolucionado lo bastante para ser muy distinta a la que se asomara a la historia patria en las postrimerías del siglo XII, poblado apenas conocido en la época visigoda, vinculada más tarde a los mozárabes toledanos, repoblada por vecinos de la aljama de San Nicolás de Toledo y donada en 1213 al Arzobispo de Toledo Jiménez de Rada, de quien recibe su carta de Fuero el último día de 12.
Cuando da comienzo la construcción de la iglesia, Yepes tiene una población de 5.000 habitantes, dentro de una España de 8 millones, y que va en constante aumento merced, se escribe, a sus ricos vinos y tierras de pan llevar.
Al comienzo del siglo Yepes tiene una pequeña y antigua iglesia, levantada no se sabe en que tiempos, ruinosa e insuficiente para acoger a su numerosa feligresía, como se dice en constante aumento. Aunque pequeña ofrecía un conjunto armonioso y digno, ocupando el espacio de la de hoy por el tramo comprendido por cuatro columnas y de pared a pared en sentido transversal.
Tenía una Capilla Mayor separada de la nave de los fieles, torre en la cabecera de la iglesia, una capilla Santa Marta de la fundación Salazar con reja, situada al lado del Evangelio de la Capilla Mayor, cerrada con llave. Existía la capilla de San Lucas, de la que se escribe que era "lugar preeminente, cerrada con reja de forja, cerca de la torre y de la capilla de Salazar", en donde se pone el monumento el Jueves Santo; otra capilla a Santa Ana al lado de la Epístola hacía juego con la de Santa Marta de Salazar.
Radicaban en esta iglesia primitiva numerosas fundaciones, algunas muy antiguas (Salazar, 1473 y anteriores) y diversas capallenías y cofradías que hacían que el beneficio curado, ya a finales del siglo XV fuera muy importante.
En cuantos documentos encontramos de principios del siglo XVI se insiste machaconamente que la iglesia es vieja y pequeña. Esto debió ser verdad, pues los Arzobispos, a petición de la Parroquia y del Municipio, se vieron obligados a prohibir llevar sillas a la iglesia pues robaban el espacio que tanta falta hacía, lo que hace pensar en cierto hacinamiento de personas, sobre todo los domingos, festivos y grandes solemnidades de Semana Santa y Pascua que intentaban evitar con la construcción de una nueva iglesia.
La empresa que se intenta realizar supone un gran esfuerzo; la intención es hacerla con la limosna de los fieles y la ayuda del Concejo; aún así supera con creces sus posibilidades por lo que se recurre a los Arzobispos, Señores de la Villa, solicitando su ayuda y quienes acojen favorablemente la idea prometiéndoles su ayuda para llevarla a feliz término.
Por estas fechas trabaja en Toledo el famoso arquitecto Alonso de Covarrubias, toledano, "maestro en el arte de construir" a las órdenes del Cabildo Primado de cuya catedral es maestro de obras. Tambien trabaja con el Emperador Carlos. El Cardenal Fonseca encargó a Covarrubias el proyecto o traza del templo y lo aprobó en escrito de 1532.

LA TRAZA DE LA NUEVA IGLESIA

Alonso de Covarrubias vive en la primera mitad del siglo XVI que marca una fiebre constructiva en toda España. Se escribe que de esta época y del siglo anterior son la mayoría de los templos, sobre todo los de mejor arte y mayor renombre.
Ya en este tiempo el estilo gótico iba cediendo el terreno al Renacimiento, importado de Italia y que en España recibe el nombre de plateresco.
En la traza de la iglesia de Yepes, Covarrubias utiliza los nuevos elementos artísticos como hicieron sus contemporáneos, que fueron, en un principio, los mismos que habían hecho los grandes templos góticos de finales del siglo XV. Combina armoniosamente los elementos estructurales del gótico - pilares con medias columnas adosadas al muro y cubiertas de bóvedas de crucería del último período de las que surgen nervaturas que semejan gigantescas palmeras que se abren en los altos techo - y los elementos renacentistas, pilastras con capiteles jónicos, arcos de medio punto, florones y adornos.
Las características de la iglesia de Yepes son las siguientes: veinticuatro esbeltas y elegantes columnas sostienen las tres elevadas naves, ligeramente más elevada la central, y las catorce capillas, dos de cabecera y las restantes en las naves laterales, aprovechando los huecos entre los botareles de descarga de la obra. La grandiosa fábrica es toda ella de sillería con ábside en la Capilla Mayor y tres puertas de entrada; la principal dedicada a San Benito Abad, Titular de la Parroquia, al mediodía la portada de la Asunción y al poniente la tercera llamada del álamo, que sirvió en 1725 para unir al templo la capilla del Smto. Cristo de la Vera Cruz.
Sirven de pórtico protector a las portadas grandes arcos de medio punto.
La torre de unos 60 metros de altura, situada a la izquierda de la portada de la Asunción, es obra de sólida construcción, de grandes sillares, dividida en tres cuerpos con ventanas platerescas en los dos primeros, al mediodía y al poniente, pareja de arcos semicirculares para las campanas en cada fachada del tercer cuerpo y antepecho abalaustrado de columnillas que coronan este mismo cuerpo, terminando la torre en agudo chapitel empizarrado.

LAS OBRAS

Las obras no comenzaron antes de 1534, cuando ya había fallecido el Cardenal Fonseca que firmara la carta fundacional. Debieron empezar en el pontificado de su inmediato sucesor D. Juan Pardo Tavera. Existe una provisión de este Arzobispo fechada en Toledo el 13 de junio de 1534 por la que se autoriza "hacer una iglesia nueva en Yepes porque la que hay es pequeña". A mi juicio debe entenderse como una confirmación de la carta fundacional de su antecesor.
Que las obras comenzaron en el pontificado del Cardenal Tavera lo confirman sus armas labradas en las ventanas del mediodía y del poniente del primer cuerpo de la torre.
Comenzada la construcción de la nueva iglesia no se procede a la demolición de la antigua que coexiste con la obra. Una disposición sinodal prohibe oir la misa dominical y festiva fuera de la parroquia. Cuando las obras se encuentran muy avanzadas y la vieja iglesia entorpece su normal trabajo, y se entorpece gravemente el culto parroquial, los fieles son autorizados a cumplir con el precepto en la inmediata iglesia de la Madre de Dios del convento cisterciense de Madres bernardas.
Bien entrado el año 1560 todavía coexisten ambas iglesias, y dos años más tarde desaparece totalmente la antigua al reanudarse las obras que llevaban varios años paralizadas.
Para dar a la nueva iglesia la amplitud deseada se compraron las casa que había alrededor de la antigua con cargo a los fondos de Fábrica en la cantidad de 500.000 maravadíes.
Causa de múltiples quebraderos de cabeza fue la financiación de tan ingente obra, sumamente costosa. Siempre leemos que se construye con limosnas de los fieles. Por un documento de 1560, la parte principal de cabecera estaba ya edificada en 1552 y bendecida por el Cardenal Siliceo, pero las obras están paradas por falta de recursos.



PERSONAS Y ENTIDADES QUE INTERVIENEN EN LAS OBRAS

Del examen minucioso de todo el material que guarda el archivo parroquial, estudiamos a continuación tres de los estamentos más importantes. Pasamos a estudiarlos a continuación uno a uno.

A) LOS ARZOBISPOS DE TOLEDO

En el mismo comienzo de las obras, los arzobispos de Toledo siguen con gran interés los trabajos de construcción de la Iglesia, y ayudan a ello con las penas de Cámara y rentas de la villa que dejan de percibir y a las que tienen perfecto derecho como señores de ella. También acuden en socorro de la obra con diversas cantidades de la Mesa Episcopal.
La Justicia Mayor de Yepes recurre a ella en solicitud de ayuda y nunca vuelven sin la prestación que solicitan; numerosas cartas de los arzobispos así lo confirman.
Conocemos la intervención directa de los cardenales Fonseca y Tavera; así como del cabildo primado, quien, vacante la sede toledana en 1544, promete ayudar con las penas de Cámara mientras dura la falta de prelado.
Al cardenal Tavera sucede en 1545 el arzobispo D. Juan Martínez Siliceo, y, nada más tomar posesión de la Sede, se preocupa de las obras, ordenando visitar las obras; y ante la negativa de la nobleza a cooperar en los repartos que se hacen para tal fin, encastillados en sus privilegios de clase, por consulta que le hace el Concejo de la villa, responde: "... que son obligados a contribuir con limosnas según el derecho común y no parece haber cosa más justa que en todo puedan ayudar y contribuir... y ninguna de las dichas personas podrá excusar de pagar la dicha sisa".
A mediados de 1550, los trabajos están bastante adelantados. El 5 de diciembre de este año Siliceo, promete bendecir la Iglesia, primara que bendecirá en el arzobispado. Dos años más tarde en carta del 26 de abril, reitera nuevamente su ofrecimiento, al mismo tiempo que promete al Concejo pasar una semana en su compañía en plan de descanso de sus tareas episcopales. Finalmente en una tercera carta del 26 de octubre del mismo año, escribe: "... antes que venga la fiesta de Navidad yo iré a bendecir la Iglesia... quiero sea bendecida de mi mano así por habérmelo suplicado esa villa como por merecerlo la Iglesia".
En este año de gracia de 1552, completada la capilla Mayor y gran parte de la nave central, cuando queda mucho por levantar, el cardenal bendijo la Iglesia, gobernando la cristiandad el Papa Julio III, en el segundo año de su pontificado supremo, siendo Rey de España el Emperador Carlos V, Gobernador de la villa, por los arzobispos de Toledo, el doctor Diego de Soto y alcaldes ordinarios D. Juan de Robles y D. Diego de Mora.
Muerto en 1557 el cardenal Siliceo y habiendo tomado posesión de la archidiócesis el arzobispo Fray Bartolomé de Carranza y de Miranda (1558), estando en el primer año de su pontifica "promete ayudar las obras de la Iglesia como lo han hecho sus predecesores" y envía a una persona de su confianza para que visite las obras y compruebe in situ la necesidad que tienen de ayuda, prometiendo dejar para tal fin los ingresos de Cámara.
Parece haber venido a Yepes cuando se estaban levantando los contrafuertes exteriores que dan a la plaza Mayor. En uno de ellos quedó para la posteridad su escudo episcopal.
Poco más pudo hacer, ausente en roma donde falleció en 1576 víctima del largo proceso inquisitorial al que fue sometido a raíz de la publicación de su célebre catecismo.
Como Gobernador General en lo espiritual y temporal del arzobispado, se interesó por las obras de la Iglesia D. Gómez Tello Girón, quien ayudó en lo que pudo, notándose de todas formas la faltas del arzobispo.
El cardenal Quiroga, ya a finales de siglo, juega un papel importante en la finalización de los trabajos. Se preocupa del acabado de la torre y la sacristía, concede y autoriza créditos de financiación, pero no le es posible ver culminado sus proyectos porque, como siempre ocurría, no había dinero.

B) EL CONCEJO DE LA VILLA

Desde el primer momento de iniciarse las obras de la Iglesia y hasta la culminación de ellas, todo el peso de la construcción recayó sobre el concejo y Justicia de la Villa, no mermando un instante su ánimo pese a las grandes dificultades de todo género que se presentaron a lo largo de los años. La parroquia también contribuía pero muy modestamente; ya que también tenía que sufragar las cargas de culto.
El Concejo y Justicia hacen los repartos y las sisas, grava con un canon las industrias locales, recarga las ventas de las carnes, dehesas comunales, aceñas y molinos de aceite y contribuye anualmente con 400 ducados de sus propios; y es el colector de las limosnas de los fieles. En numerosas ocasiones presenta a los Prelados memoriales de las obras sus necesidades, solicita autorizaciones para echar repartos y recurre al Rey solicitando permiso para echar sisas a los vecinos cuando los procedimientos y cantidades escapan a sus facultades administrativas. Canaliza todas las ayudas y se interesa porque en las obras no se interrumpan, aunque no siempre llega a conseguirlo.

C) LOS FIELES

El pueblo llano respondió con toda generosidad a la obra de construcción de su Iglesia con sus personas y sus limosnas en la medida de sus posibilidades; a veces en tiempos adversos a su economía. Vivían con el corazón puesto en su Iglesia y estos amores y anhelos fueron pasando de generación en generación hasta la culminación de la obra, espoleados por una fe cristiana profunda, vivida intensamente a lo largo de su existencia.
En un documento de 1560 leemos: "En la dicha villa hay hasta doscientos hombres buenos y celosos del servicio de Dios, los cuales son los que traen la piedra, que lo dan de limosna; otros muchos vecinos son tan pobres que no pueden ayudar en nada..."
No podemos decir lo mismo de los hidalgos de la villa, encastillados en sus privilegios de hidalguía. Se niegan a participar en los numerosos repartos y sisas que se hacen, aunque se hagan con licencia real, alegando siempre que va contra sus derechos. Sí que es verdad que en compensación de no ser incluidos en los repartos generales, se ofrecen a entregar cantidades de su peculio personal, pero éstas no fueron muchas y con la generosidad y largueza que era de esperar, poseedores de ricas haciendas y cuantiosas rentas.
Todo esto tenía una raíz muy profunda. No querían mezclarse con el pueblo llano que tenía el privilegio de los cargos de gobierno de la villa, cargos de los que estaban excluidos precisamente por ser del estado noble, habiendo perdido siempre las reclamaciones que hicieran a los Prelados, quienes siempre fallaron en su contra.

VICISITUDES A LO LARGO DE LA OBRA DE LA IGLESIA

Durante los primeros veinticinco años de construcción de la Iglesia de Yepes las obras apenas si tuvieron interrupción alguna; sí hubo los altibajos de fácil previsión en obras de tales características.
Se contrataba por unidad de obra. En 1555 el Cabildo de la parroquia ajusta con Gaspar de Meléndez y Francisco Díaz, cantero y pedrero respectivamente, los trabajos de labra de cuatro pilastras con sus capiteles y su asentamiento conforme a la contrata.

A finales de 1559 las obras de la Iglesia se encuentran paradas. No hay dinero. Una memoria fechada en 1560 resulta muy interesante por el cúmulo de datos que suministra tanto de la obra realizada como de la forma de llevarla a cabo.
Presenta una minuciosa exposición de todo lo hecho hasta esa año, cálculo del coste total, necesidad de un nuevo reparto si se quieren reanudar los trabajos, etc. Fundamentan esta última petición por la necesidad de continuar la obra para evitar la destrucción de los andamios y cabestrantes que elevan los bloques de piedra, expuestos a las inclemencias del tiempo, de difícil reposición por lo costoso que resultaría la instalación de otros nuevos. Por otra parte, los canteros amenazan con marcharse, dejando la obra de cantería, cuando están conceptuados como los mejores artistas en su ramo. Graves consecuencias de todo género se sucederían de no reanudares las obras lo antes posible, pues los daños serían irreparables.
Este informe elevado al arzobispo pidiendo ayuda así lo demuestra: "Es urgente proseguir la obra de la Iglesia, porque comenzada hace 26 años, la gente ha ido en aumento y está en mayor necesidad de que se prosiga. Los maestros que este año de 1559 pasado la vieron y tasaron dijeron que acabada costaría 60.000 ducados y que lo hecho se ha gastado 33.000 ducados.
La Iglesia tenía cuando se empezaron las obras 500.000 maravedíes que se gastaron en comprar varias casas a la redonda de la Iglesia.
Tejose un pedazo de la Iglesia con parte de la vieja y demás de ser poco y no cabe el pueblo, hay grande apretura que no cabe el pueblo; de invierno de lluvia y de verano se cala de sol... como hace 10 años que se tejó de emprestado vase pudriendo y poniendo en peligro de se caer y de hacer muy grande daño a la gente".
Entre las posibles soluciones que el Concejo propone al arzobispo se sugieren las siguientes:
- Ayudar con 400 ducados como viene haciendo desde el comienzo de las obras, a condición que le den los pleitos de hidalguía.
- Que se vendan las capillas de la Iglesia que se puedan hacer.
- Sería una gran ayuda las penas de Cámara si el arzobispo renunciase a ellas a favor de la obras.
- Nuevas colectas de limosnas entre los fieles y prestación de carros para el acarreo de la piedra, como se ha venido haciendo.
- El Concejo se compromete a solicitar de su Majestad el permiso necesario para echar sisas a las carnes y la inclusión de los hidalgos en los repartos en igualdad con el resto de los vecinos.

Las Autoridades de la villa, asesorados por los maestros de obras aseguran que éstas podrían terminar, si se les conceden las ayudas que piden, en un plazo de doce años, y podrían darse por terminadas en 1572.
Parece ser que las obras se reanudaron de nuevo con parte de los subsidiarios que se pedían. El mayor empujón fue el acuerdo Concejo- Parroquia de poner en venta las catorce capillas que fácilmente podían hacerse entre los botareles y ponerlas a subasta pública adjudicándoselas al mejor postor.
De esta forma se comienzan de nuevo los trabajos en 1566, siendo alcaldes ordinarios de la villa Juan Gómez del Águila y Diego de Mora, y regidores Diego García Buey, Nicolás del Águila y Alonso de Granada.
Dirige los trabajos de cantería Juan de Istiola, vecino de la villa. En un memorial que dirige al Concejo afirma "que siempre ha servido en esta obra sin haber hecho las ausencias que otros maestros suelen hace, teniendo yo siempre respeto a hacer lo que soy obligado para cumplir con el servicio hasta poner la Iglesia en el remate que vuestras mercedes desean". Todo esto no es más que el preámbulo de una petición de aumento del jornal, que es de dos reales y medio, solicitando un adelanto de dinero para trabajar, dice, más holgadamente. Se le asignó la cantidad anual de 12.000 reales.
Entre los años 4583 al 4585, no se trabaja en la construcción de la Iglesia; aparecen las dificultades de siempre: pobreza de recursos. El cardenal Quiroga había instado en 1581 a que se trabajase en las obras con el fin de darlas por terminadas lo antes posible. No era esto tan fácil. No se podría apretar tan fácilmente las economías del pueblo.
Así las cosas, el Dr. Casarrubios, párroco de la Iglesia, recurre en dos ocasiones ante el Sr. Cardenal pidiendo autorización para pedir un préstamo a censo. Le apremiaba a ello el gran daño que caería sobre la Iglesia, 500 ducados, "al perderse la madera de los andamios y la grúa de elevación de los bloques, al estar tanto tiempo expuesto todo este maderamen a la acción destructora del tiempo"; reemplazarlos por otros nuevos era demasiado costoso. Por otra parte el maestro de cantería había amenazado con marcharse, lo que era menester evitar, pues no era fácil encontrar un maestro tan competente.
En dicho memorial el párroco termina con estas palabras: "el pueblo recibe mucho beneficio en que se acabe la dicha torre porque como no se oyen las campanas se quedan algunas veces sin oír misa los días de precepto".
Los deseados préstamos se consiguieron. El primero de 300.000 maravedíes lo concedió el Monasterio de San Pedro Mártir de Toledo el 20 de octubre de 1583. La dicha cantidad se dio a tributo por seis años a razón de 10.000 maravedíes anuales saldados por la Iglesia. De este pago se hizo cargo el mayordomo de la Iglesia D. Juan Crespo de Mora, quien manifiesta no ser gravoso a la Fábrica, pues la Iglesia tenía 75 censos anuales con un importe por año de 32.742 maravedíes y medio. Hubo que entregar del municipio un anticipo de 60.000 maravedíes para hacer frente a los réditos. La escritura, fechada el 7 de enero de 1584, concertada entre las partes decía que el censo era de 14.000 maravedíes el millar.
El 24 de mayo de 1585 nuevamente autoriza el Sr. Cardenal para el párroco un nuevo préstamo. El fin es conseguir que con este dinero, que asciende a la suma de 400 ducados, se termine los trabajos de cantería de la torre, dejando para más adelante el rematarla, pues no se esperaba poder levantar la linterna y el capitel en que termina. En esta ocasión la Fábrica de la Iglesia no podía cargar con el pago de los réditos, pero contaba con personas piadosas solventes que estaban dispuestas a hacer frente a ello en el plazo de cuatro años.
El préstamo fue hecho por las hermanas Ana y María de Robles Parra, fundadoras del hospital de la Concepción; por fiadores salieron Dámaso Marcos, Antonio de Chaves Y Diego García Buey, quienes respondían con sus haciendas al pago de los réditos.
Con estos préstamos y 600 ducados que se espera recaudar de limosnas de los fieles se reanudaron de nuevo las obras.

ÚLTIMAS OBRAS. REMATE DE LA TORRE, SACRISTÍA Y PORTADAS. EL CORO.

El coronamiento de la torre, la construcción de la sacristía y portadas, así como del coro bajo pertenecen al último tercio del siglo XVII y primero del XVIII.
Trataremos cada una de estas obras por separado.

Ø LA TORRE


A finales del siglo XVII quedaba poco dinero para terminar la torre. A los Mayordomos de la Fábrica les resultaba complicado poder conseguir desgravaciones fiscales del arzobispo alegando que carecían de fondos por las sequías, plagas de langosta y devaluación del dinero. Los arzobispos de Toledo a partir de 1575 habían dejado de ser los señores de la villa y se notaba su falta. Muchos años habían transcurrido desde que se iniciaran las obras en el 1534.
Con los distintos préstamos, ya hacía bastantes años, se había conseguido levantar el tercer cuerpo de la torre a la altura de los corredores; se cubrió la torre a cuatro aguas; esto no se deja entrever por la cuenta presentada por el Mayordomo de la Fábrica en 1657 sobre trastejo de la torre.
En 1662 el Mayordomo presentaba para la aprobación del arzobispado una cuenta de tablones, maderas y mano de obra por solar la torre. Nada se dice del corredor abalaustrado, linterna y capitel en que remata. Del capitel tratan las cuentas de 1678 con ocasión de la venida de un maestro de obras mandado por el Contador Mayor de Rentas con el fin de sacar lo necesario para su construcción.
Por desaparición del libro de Fábrica que sigue al del año1678 nos es desconocido el final del coronamiento de la torre. En 1680 se toman cuentas al comisionado del ayuntamiento, Nicolás del Águila Chaves, "de la cuarta parte de las copias para la construcción de la torre y de la sacristía de la parroquia de San Benito".

Ø LA SACRISTÍA


Los trabajos de la sacristía se demoraron largos años. Se debía, entre otras causas, al largo pleito entablado entre la Iglesia y la fundación Salazar que pretendía cerrar con reja la capilla de Santa Marta, con lo que inutilizaba la sacristía al tener ésta la entrada en la capilla. El pleito llegó hasta el arzobispado, quien no quiso zanjarlo y fue remitido al párroco que por las buenas parece llegaron a un entendimiento.
Mientras se solucionaba el contencioso Salazar- Iglesia se vino usando como sacristía el cuarto de la torre; consta que en él se celebraban las juntas del cabildo de san Pedro a contar del año 1615. No tenía techo y el suelo era de tierra; contra él se estrellaron en 1664 las pesas del reloj que se habían desprendido casualmente.
Llegamos al año 1668; a partir de este año parece que se toma en serio terminar la obra de la sacristía. En este año el párroco recurre al Consejo de Administración de la Iglesia de Toledo con el fin de sacar despachos para terminar, se escribe, la obra de la sacristía que ya está concertada. En el libro de Fábrica de 1669-70 se asientan 36.000 maravedíes para la sacristía y en visita canónica de 1678 se aprueba la cantidad de 6.688 reales de vellón que se dieron al maestro de obras.
Se abrió en la sacristía un solo hueco, demasiado alto, que proporciona muy poca luz por lo que en 1784 se abrió una nueva ventana, más grande y más baja orientada al saliente por un importe de 1.584 reales, precio que incluía los trabajos de albañilería, carpinteros, herreros y canteros amén del salario dado a cuatro hombres que pusieron de vigilantes las dos que el hueco permaneció sin reja.

Ø PORTADAS Y PUERTAS

Las dos portadas de la Iglesia, de la Asunción y de San Benito, comenzaron a labrarse ya bien entrado en el siglo XVIII. Son obras del barroco, imperante en la época. Ya con anterioridad se habían dejado preparados los huecos que habrían de ocupar las portadas, tal como puede verse en la actualidad. Provisionalmente fueron colocadas unas puertas corrientes, más o menos fuertes, protegidas con fuertes pretinas de hierro, como informa en diversas facturas de reparaciones de llaves, herrajes y cerrojos.
A principios de 1725 se están labrando las piedras de las fachadas, así como las grandes puertas en cuyos herrajes encontramos la fecha de 1727.
Se desconocen las cuentas de esta obra. Se debe a la munificencia de la rica hacendada de la villa Doña Arcanuela María del Águila Chaves, bienhechora insigne de la Iglesia y cuyo escudo heráldico puede verse en los herrajes de las puertas. Así aparece en el libro de visita de 1725, con motivo del enterramiento de su hijo D. Manuel Enríquez.
Las dos grandes cancelas fueron colocadas en 1772 y fueron labradas por los carpinteros Leonardo panadero y Joaquín de santos, vecinos de colmenar de Oreja, en la suma de 11.884 reales de vellón, pagados a partes iguales por la parroquia y el municipio.

Ø EL CORO

Extraña a cuantos visitan la Iglesia de Yepes que no tenga coro. No fue así. Tenía un hermoso coro bajo que fue destruido en 1936. Los primitivos planos contaban con levantar un coro alto que no llegó a hacerse. Pueden observarse dos arranques del futuro coro en las columnas adosadas a las naves laterales, casi a los pies de la Iglesia.
A mediados del siglo XVIII se levantó el coro bajo, casi en medio de la Iglesia, ocupando el espacio comprendido entre cuatro de las columnas centrales del edificio. Los tabiques se hicieron en 1662. Eugenio de Mora labró una reja de madera para separarlo del resto de los fieles y que fue colocada en 1664; del mismo año son las piedras de acceso y las baldosas cocidas del suelo.
Para el adecentamiento interior se adquirió en 1668 un rico tapiz por el que se pagaron 50 ducados, se hicieron escaños nuevos y bandos de respaldar. En 1674 fueron sustituidos por una rica sillería de coro, hecha en nogal que fue comprada a la capilla de Reyes de la Catedral de Toledo que costó 117.742 maravedíes, agregándosele posteiormente una crestería corrida, antepechos y tarima.

LAS CAPILLAS DE LA IGLESIA PARROQUIAL

Ya hemos visto cómo por medio de la venta de las capillas que se hicieron en la Iglesia fue posible la reanudación de las obras que estaban paradas en 1559.
El acuerdo se tomó en los siguientes términos:
"... los rincones que habían de quedar entre los botareles, fuera de la Iglesia, se metiesen dentro e hiciesen por defuera el cerramiento de la pared, para que entre los dichos botareles se ganasen doce capillas y hornacinas para dar a personas que diesen limosna para la dicha Iglesia y obra, porque todo se hace de limosna".
Fueron catorce las capillas que se hicieron en la Iglesia; a las doce laterales se le añadieron dos capillas mayores en la cabecera del presbiterio, a los lados del presbiterio. Estas capillas mayores miden 25 pies de largo por 23 de fondo y 35 de altura hasta los capiteles. Fueron dadas en 400 ducados cada una.
De las doce restantes, las cuatro del crucero miden 17 pies de largo, por 9 de ancho y 21 de alto hasta los capiteles, siendo las restantes ligeramente más pequeñas, adjudicándose las primeras en 300 ducados y el resto en 200 ducados.
Para la concesión de las capillas el procedimiento, por lo regular, era el siguiente: la persona interesada en su adquisición lo solicitaba al arzobispo en si instancia cursada por el Concejo y la Parroquia y según el trámite legal establecido se le entrega la capilla con un documento notarial que daba fe de la legitimidad de su posesión para él y sus sucesores. Si eran varios de los que optaban por la misma capilla, con autorización diocesana, se publicaba tres domingos consecutivos en la Plaza Mayor de la villa y el último en presencia de las autoridades se procedía a la subasta pública ante uno de los notarios públicos. Rematada la subasta por el procemiento de pujas a la llana, se entregaba la capilla al mejor postor, juntamente con el documento público que acreditaba su propiedad, firmado por el párroco y alcalde y refrendado del escribano público.
Toda concesión llevaba una cláusula por la que el poseedor de la capilla se comprometía a mantenerla abierta "en los días de fiesta y sermones de todo el año, a la misa mayor, a la víspera del Corpus Christi y la Semana Santa y por cuanto podía haber necesidad de lugar tener abierta la dicha capilla y sermones todas las personas que en ella cupieren, de manera que se diga que pueda decir que ocupa un lugar en las Iglesia".
En el acta de concesión de la capilla de la Purificación se puede leer: "la dicha capilla está abierta siempre a todas horas que fuere menester para que todas las personas que quisieren puedan entrar en ella a oír los divinos oficios y ceremonias que en la dicha Iglesia se hicieren y la dicha llave esté en poder del sacristán de la iglesia para abrir cada una y cuando sea necesario para dicho efecto".
No resulta fácil localizar hoy todas y cada una de las capillas tal como en su día fueron concedidas. Con el paso del tiempo cambiaron de titular y de patrono, unas veces por venta de la capilla por los herederos del primer poseedor y otros por el cambio del titular, según que los tiempos fueron dando paso a otras devociones populares.
Digamos, por último, que todas estas capillas entregaban una cantidad anual estipulada en la concesión, voluntaria a veces, para que la parroquia cuidara de su conservación. A lo largo de todo el siglo XVI y siguientes tuvieron todas estas capillas vida próspera; bastantes clérigos, muchos de ellos naturales de la Villa y parientes de los fundadores, levantaron las cargas fundacionales manteniéndose de sus rentas. Cuando llega la desamortización de Mendizábal al desaparecer los bienes dotales desaparece la clerecía que las atendía.

RELACIÓN DE LAS CAPILLAS

1) CAPILLA DE SANTA MARTA

Fundadores: D. Antonio de Salazar, de la Casa Real de Castilla, natural de Soria y feligrés del obispado de Osma, tenía otra fundación semejante en Soria.

Época: Esta fundación se remonta al año 1473, o tal vez antes. Existe Bula del Papa Sixto V sobre la provisión de capellanes y rentas. En este año regía la Sede toledana el arzobispo Carrillo.

Situación: "Sita en la Iglesia parroquial de San Benito en la villa de Yepes, que es la nave de la parte del Evangelio en límite de la Capilla Mayor de la dicha Iglesia, con reja de hierro labrada en la parte de las gradas y Altar Mayor y con otra reja, así mismo de hierro en la dicha nave frontera de la dicha capilla".

Retablo: Tenía esta capilla un antiguo retablo de seis tablas que fue trasladado de la primitiva Iglesia a la nueva. En la vieja Iglesia que desaparece, la capilla Salazar estaba situada en la cabecera de la Capilla Mayor, con reja y llave. En los preparativos de la nueva construcción el Concejo de la villa prometió a la familia Salazar, mediante documento, que le sería entregada otra nueva capilla "muy principal como lo fue la primitiva". Esta escritura fue firmada por el párroco y Juan de Salazar, heredero de la Fundación.
Se insistió bastante sobre el sitio que debía estar lindante con la Capilla Mayor, tal como estaba la antigua capilla.
A la hora de hacer realidad este ofrecimiento surgieron graves inconvenientes para la entrega de la capilla en las condiciones pactadas. Se había abierto un hueco en el muro al final de la nave de la izquierda, en la cabecera de la Iglesia, para hacer la sacristía, forzosamente había de lindar con la capilla Salazar, que, si se hacía y cerraba con llave, inutilizaba el paso a la Capilla Mayor e incluso la salida a la Iglesia de los sacerdotes celebrantes y fieles que subían por ese sitio para comulgar al presbiterio. Siendo esto así, se vieron en la necesidad de ofrecerle otra capilla, que no fue aceptada. Hubo un largo pleito que el arzobispado no pudo o no quiso zanjar, dejando el fallo en manos de la parroquia y el Concejo. La capilla se le concedió en el sitio de la disputa, mas no está claro, a pesar de las señales que hoy existen en los muros, si se llegó o no a poner las rejas que exigía la Fundación. Facilitar la comunión de los fieles que subiendo por la capilla Salazar bajaban por la de la Candelaria, en el lado de la Epístola.
Estas rejas, si es que existieron, desaparecieron más tarde, no siendo posible precisar el año.
El retablo tenía en el centro un relicario protegido con una reja y en el que se guardaban numerosas reliquias, entre ellas la de San Precelio mártir, hijo del Yepes de la época romana que fue traído a la villa en 1617 desde las catacumbas romanas por la Compañía de Jesús.
La Fundación tenía dos capellanes y las rentas pueden verse en el Libro "Becerro" nº 4, folio 153.

2) CAPILLA DE INÉS DE SOTO

Fundadores: Dª. Inés de Soto, mujer que fue de Francisco Serrano.

Época: 24 de septiembre de 1559.

Situación: Primera capilla del lado del Evangelio. Linda por la izquierda con la sacristía y por la derecha con la capilla del Crucifijo, frente a la capilla de Catalina Álvarez del Águila.

Reja: Renacimiento. Rematada por tres escudos:
a) Centro: escudo partido en vertical. Izquierda tres bandas de damas; derecha roble y león, remata con casco.
b) Izquierda: dividido en cuatro cuarteles y sostenido por un águila.
- Superior derecha: 13 estrellas.
- Superior izquierda: un águila.
- Inferior derecha: 6 conchas.
- Inferior izquierda: 3 bandas de gules.
c) Derecha: escudo con un castillo y a derecha e izquierda sendas flores de lis. Año 1595.

Historia: Esta capilla la fue adjudicada a Antonio Páez en la cantidad de 400 ducados, más otros 200 maravedíes para reparaciones. La concesión lleva fecha del 9 de agosto de 1559. Antonio Páez la cedió a Inés de soto en la cantidad por él abonada según escrito del 9 de agosto de 1559, tomando posesión de ella el 26 del mismo mes.

3) CAPILLA DEL CRUCIFIJO

Fundación: Esta capilla fue pedida a la parroquia por la Cofradía del Santísimo Cristo de la Vera Cruz.

Época: año 1568.

Situación: la segunda capilla según se cuenta saliendo de la sacristía, frente a la capilla de Santa Ana.

Reja: Renacimiento. Año 1626.
Careció siempre de remate y fue recientemente completada con madera en una imitación al hierro bastante bien lograda.

Historia. En 1568 la Cofradía del Santísimo Cristo de la Vera Cruz pidió y obtuvo del Concejo de la villa esta capilla para el santo Cristo. En ella radicó la Cofradía hasta la terminación de la nueva en el primer tercio del siglo XVIII.

4) CAPILLA DE SAN JUAN

Fundadores: Juan Méndez de Luna, hijo de Francisco de Yepes, el "rico", alcalde de la villa en múltiples ocasiones.

Reja: Renacimiento. En la parte superior tiene un escudo con una media luna en el centro.

Época: Año 1560.

Situación: Primera capilla, a la derecha según se sale de la capilla del Santo Cristo.

Historia: No se conocen más detalles de esta capilla. En 1704 era su patrono D. Juan Manuel Giraldo, hacendado de la villa.

5) CAPILLA DE LA ANUNCIACIÓN

Fundadores: Licenciado D. Diego de Chaves.

Época: Año 1585.

Situación: Segunda capilla pasada la del Santo Cristo.

Reja: Renacimiento. Tiene un escudo dividido en cuatro cuarteles trocando dos juegos de damas y dos grupos de cinco llaves. En los extremos de la reja hay bustos de caballero y dama.

Historia: El licenciado D. Diego Chaves era hermano de fray Jerónimo de Luna, que desempeñaba en 1566 el cargo de prior de la Orden de San Juan en el Priorato de Consuegra. La capilla fue adquirida por testamento de su fundador el 15 de abril de 1583.
En 1703 era patrono de la Fundación Sebastián Agustín de Chaves, y en años posteriores lo fueron Antonio del Águila y Nicolás Sáez, de la rama de la familia.

6) CAPILLA DE LA CANDELARIA

Fundadores: Esta capilla, cabecera de la Iglesia y gemela de la concedida a la Fundación Salazar, fue asignada a la Cofradía de la Candelaria, una de las más antiguas de la parroquia.

Época: Anterior a 1582.
En este año era mayordomo de la Cofradía Pedro García. No tiene reja, existiendo señales de haberla tenido en tiempos pasados.

7) CAPILLA DE CATALINA ÁLVAREZ

Fundadores: Dª. Catalina Álvarez del Águila.

Época. Anterior a 1558.

Situación: Primera capilla lindando con la de la candelaria y la de Santa Ana.

Reja: Renacimiento.
En el centro de la parte superior tiene un escudo sostenido por un águila isabelina. Partido verticalmente en dos cuarteles tiene en el de la derecha dos robles y a la izquierda un león.

Historia: Esta capilla es la primera que se concedió a particulares. Contiene el enterramiento de un hijo de la fundadora con la siguiente inscripción latina: "Antonio Aquilae Cano. Toleran. Viro integerrimo qui Toleti dum in preclaro sanctae crucis xenodochio rectoris munus ageret animam egit XX mar. MDLVIII. Catalina Mater honestísima reliquis dum orbata liberis supertes possuit". En castellano viene a decir: "catalina, madre piadosa, puso esta lápida a su hijo Antonio, canónigo de Toledo y varón de gran virtud que falleció en Toledo siendo rector del Hospital de la Santa Cruz, 20 de marzo de 1558".

8) CAPILLA DE SANTA ANA

Fundadores: Dª. Ana Bermúdez de Aguilera y su esposo D. Diego de Ayala.

Época: 19 de noviembre de 1560.

Situación: primera a mano derecha como se entra de la plaza Mayor, junto a la que compró Catalina Álvarez.

Reja: Carece de ella. En años muy posteriores se colocó una pequeña reja carente de mérito alguno.

Historia: En la Iglesia antigua que desaparece existía una capillita antigua dedicada a Santa Ana, de la que antiguos documentos dicen que estaba "arrimada a un pilar en el lado de la epístola, junto al Altar Mayor". Al construir la nueva Iglesia no se le pudo conceder una capilla con la misma situación que tuvo en la primitiva, teniendo en cuenta la devoción tan arraigada en la parroquia se le dio una de las capillas del crucero por ser más grandes que las restantes. La concesión lleva el referendo de D. Gómez Tello y Girón, gobernador del arzobispado. De fecha del 27 del mes de junio de 1560. Ana Bermúdez pagó por la capilla de Santa Ana 150 ducados, comprometiéndose a entregar 200 maravedíes al año para repaso general de tejados.

9) CAPILLA DE LA PURIFICACIÓN

Fundadores: pedida a la parroquia por la cofradía de Nuestra Señora de la Purificación.

Época: Petición: 25 de abril de 1568.

Concesión: 24 de octubre de 1568.

Situación: "... es la que confina con la que tiene puesta el cabildo a San Lucas", que es la segunda a mano izquierda según entramos por la puerta de la Plaza Mayor.

Reja: Renacimiento año 1576.
La mandó hacer el cabildo de la Cofradía en 1569. Es obra del maestro rejero Francisco de Yuste. Sus características principales son: peso 1.833 libras; importe total 84.584 maravedíes, desglosados así: en la labra de la reja 69.630, dorado 13.122, montaje 1.462 y andamios para su colocación 370 maravedíes. La reja tiene en el centro de la parte superior un medallón con la Purificación.

Historia: A petición de Pedro Martínez de Yegros, mayordomo y comisionado de los cofrades de Nuestra Señora de la Purificación, obtuvo del arzobispado la subasta de la capilla. Durante tres domingos consecutivos se anunció en la Plaza Mayor y, en la tarde del último día, se remató por la cofradía en 60.000 maravedíes. Era el domingo 24 de octubre de 1568. En el contrato se estipula el pago en cuatro plazos de 15.000 maravedíes cada uno, pagaderos el primero a la entrega de la capilla por parte de la parroquia y los tres restantes el 24 de octubre de los años 1569,1570 y 1571. Como ya era costumbre, la Cofradía entrega juntamente 200 maravedíes para la conservación de tejados en años sucesivos.
La cofradía se obliga a la compra de ornamentos, vasos sagrados, colocar un retablo y reja con llave que guardará el sacristán todos los días para que los fieles puedan pasar a ella. Se nombró un capellán con la asignación de una congrua sustentación y la obligación de celebrar ciertas misas al año. Era cura párroco D. Gil López de Casarrubios; y alcalde ordinario D. Diego del Águila.

10) CAPILLA DE SAN LUCAS

Fundadores: Francisco Sendín, que casó con Dª. Mencía.

Época: desconocida.

Situación: Segunda a la izquierda, según se entra de la Plaza por la puerta de san Benito.

Reja: Renacimiento. Año 1583.
Remata esta reja con un medallón y la imagen de san Lucas.

Historia: Esta capilla era popularmente conocida por "Capilla de los Sendines".

11) CAPILLA DE LA VIRGEN DEL ROSARIO

Fundadores: pedida a la parroquia por la cofradía de Nuestra Señora de la Purificación.

Época: Petición: 25 de abril de 1568.

Concesión: 24 de octubre de 1568.

Situación: "... es la que confina con la que tiene puesta el cabildo a San Lucas", que es la segunda a mano izquierda según entramos por la puerta de la Plaza Mayor.

Reja: Renacimiento año 1576.
La mandó hacer el cabildo de la Cofradía en 1569. Es obra del maestro rejero Francisco de Yuste. Sus características principales son: peso 1.833 libras; importe total 84.584 maravedíes, desglosados así: en la labra de la reja 69.630, dorado 13.122, montaje 1.462 y andamios para su colocación 370 maravedíes. La reja tiene en el centro de la parte superior un medallón con la Purificación.

Historia: A petición de Pedro Martínez de Yegros, mayordomo y comisionado de los cofrades de Nuestra Señora de la Purificación, obtuvo del arzobispado la subasta de la capilla.
Durante tres domingos consecutivos se anunció en la Plaza Mayor y, en la tarde del último día, se remató por la cofradía en 60.000 maravedíes. Era el domingo 24 de octubre de 1568. En el contrato se estipula el pago en cuatro plazos de 15.000 maravedíes cada uno, pagaderos el primero a la entrega de la capilla por parte de la parroquia y los tres restantes el 24 de octubre de los años 1569,1570 y 1571. Como ya era costumbre la Cofradía entrega juntamente 200 maravedíes para la conservación de tejados en años sucesivos.
La cofradía se obliga a la compra de ornamentos, vasos sagrados, colocar un retablo y reja con llave que guardará el sacristán todos los días para que los fieles puedan pasar a ella. Se nombró un capellán con la asignación de una congrua sustentación y la obligación de celebrar ciertas misas al año. Era cura párroco D. Gil López de Casarrubios; y alcalde ordinario D. Diego del Águila.

12) CAPILLA DE LA VIRGEN DEL ROSARIO

Fundadores: Dª. Catalina Páez.

Época: Año 1565.

Reja: Renacimiento.
Escudo central en el remate de la reja con las cinco llagas; a la derecha aparece un medallón con la columna y el gallo de la Pasión; a la izquierda una mano y tres clavos.

Situación: Tercera a la izquierda, entrando por la puerta de San Benito.

Historia: Apenas si existen datos de esta fundación. Durante varios años en ella estaba la fundación de los Páez, una de las mejores dotadas de la parroquia.

13) CAPILLA DE NUESTRA SEÑORA DE LA ASUNCIÓN

Fundadores: D. Juan Rubio y Dª. María Gómez.

Época: 12 de agosto de 1581.

Situación: Primera según se entra al templo por la puerta de Nuestra Señora de la asunción, lado derecho.

Reja: Renacimiento.
Medallón central con la imagen de Nuestra Señora de la Asunción.

Historia: En el siglo XVII se la conoce por la capilla de los Rubio. En 1704 era su patrono Antonio del Águila y en 1707 Nicolás Sáez.

14) CAPILLA DEL CARMEN

Fundadores: desconocidos.

Época: Año 1575.

Situación: Segunda según se entra por la puerta de la Asunción, a la derecha.

Reja: Renacimiento.
Escudo y dos medallones. El escudo está partido horizontalmente en dos, y la parte superior también está partida en vertical. Tiene en la parte derecha dos espadas y a la izquierda tres clavos. En la parte inferior un roble.
Medallón derecho: San Juan Bautista.
Medallón izquierdo: San Pedro Apóstol.
Leyenda: In Domino confido.
Año: 1582.

15) CAPILLA DE SAN JOSÉ

Época: desconocida.
Por la forja de la reja muy similar a la de San Lucas puede situarse en los años 1577-1580.

Reja: Renacimiento.
En el centro de la crestería de la reja tenemos un escudo partido en dos cuarteles.

16) CAPILLA DEL SANTÍSIMO CRISTO DE LA VERA CRUZ

La magnífica capilla del santísimo Cristo de la Vera Cruz, de estilo barroco fue la última que se construyó en la Iglesia parroquial de Yepes.
Terminadas las capillas fue concedida a la Hermandad del Santo Cristo.
Era la segunda capilla según se sale de la sacristía, a la derecha, frente a la capilla de Santa Ana. Pasaron 164 años antes de que el cabildo de la Cofradía se decidiera a construir una nueva más amplia y hermosa, de nueva planta, tomando terrenos de la calle y aprovechando terrenos y la entrada al templo por la llamada puerta del Álamo.
Reunido el cabildo en marzo de 1719 "dijeron y decretaron hacer una capilla en la Iglesia parroquial de esta villa para la imagen de Nuestro señor Crucificado, porque la que tenía era muy indecente..., acodaron se empiece a expensas de las limosnas que los vecinos y devotos de esta villa dieren". Se celebró el Cabildo en las casas de la morada de Juan Gómez Hidalgo, mayordomo, con la asistencia de los cofrades Manuel del Águila Carranza, Pedro Sánchez Cordobés, Francisco de la Vega y otros más; presidía el capellán D. Juan Sánchez de Velasco.
Al año siguiente a este acuerdo dieron comienzo las obras. No conocemos al maestro de esta hermosa y espaciosa capilla, que, aunque con un estilo diferente, no desentona lo más mínimo del resto del hermoso templo. Por tratarse de una capilla de enormes proporciones

LAS REJAS DE LA CAPILLA

La Iglesia parroquial de Yepes posee una rica colección de doce primorosas rejas de forja que cierran la entrada a otras capillas sitas en las naves laterales del templo. Son espléndidos ejemplares de los maestros rejeros toledanos, todas ellas de finales del siglo XVI, a excepción de la que cierra la capilla del Santísimo Cristo de la Vera Cruz, fechada en 1744.
De estilo plateresco, se componen de tres cuerpos separados por dos frisos de menor altura el segundo, estando formado el tercero por un coronamiento de elegante crestería.

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